“Mamá, te lo tengo que decir: me enamoré de una economista” [Hecha la economía…]
Un buen colega llamado Irving Fisher le puso álgebra a lo que algunos de sus antecesores (Bodín y Locke, pero podríamos sintetizarlo en “los mercantilistas”) ya habían deducido bastante antes: si emitís más moneda de la que se demanda para transacciones en un periodo dado, te vas a encontrar con un desequilibrio. Básicamente, como el dinero es un representante de otros bienes y servicios reales que circulan en una economía, si la cantidad de estos últimos se mantiene constante (o peor, decrece), pero vos seguís emitiendo más y más dinero, éste pierde valor en relación a esos mismos bienes y servicios. ¿Bastante intuitivo, no?
Vamos de nuevo. Si, arbitrariamente, digo que 1 bicicleta representa el valor de 1 vaca hoy (1 bici = 1 vaca), al tener 2 bicicletas mañana, pero seguir con solo 1 vaca, esta última ahora representa el doble de valor medido en bicicletas (1 vaca = 2 bicis), ¿no? Bueno, como en el ejemplo las bicicletas hacen las veces de dinero, sí, es cierto, al menos para mi amigo Irving y para los amigos de él, los de la Teoría Cuantitativa del Dinero.
Fisher postuló una ecuación sencilla, pero poderosa (el que odie la matemática no sea malo en saltearse esta explicación, o sea, sé que se la va a saltear). Nuestro amigo pensó lo siguiente: el Estado es quien, en las economías modernas emite el dinero, entonces decide cuánta cantidad hay circulando en la economía (para los tecnicosos, como también influye fuertemente sobre el multiplicador de creación secundaria de dinero, el postulado es bastante válido). Muy bien, entonces a esa cantidad de dinero u oferta monetaria le llamó M (de Money, -un distinto-).
Luego dijo: si en la economía todo el tiempo se realizan transacciones entre los agentes, entonces el dinero circula. Si circula, tiene una velocidad. Salvo que haya cambios significativos en las preferencias de los agentes o en la macroeconomía en general, no veo por qué no podría suponer que, en el corto/mediano plazo, esa velocidad de circulación es constante (y, en líneas generales, no es un supuesto descabellado). A la velocidad de circulación del dinero, le llamó V (de Velocity, -los genios solamente-).
Acá llegó a la primera conclusión (o al lado izquierdo de la ecuación): la cantidad de dinero que existe (un stock) multiplicada su velocidad de circulación, es el dinero disponible para ser gastado.
Pero la historia no terminó ahí. Irving entendía a la perfección que el dinero es un mero representante de los bienes y servicios reales de la economía, entonces tenía que haber otro lado del espejo. Este conjunto de bienes y servicios tenían un precio dado en las calles, y como las mercancías pueden agruparse, ¿por qué no pensar que la producción, en total, es una gran canasta consolidada? Muy bien, entonces puede expresarse como un solo precio, o mejor dicho, un nivel de precios. Al nivel de precios, le llamo P (de Price, -la economía es fácil-).
Ahora, solo restaba una variable más: sabemos el nivel de precios, pero no cuántos bienes hay. Sencillo, dijo Fisher, la cantidad de transacciones (la contabilización de lo que se compra/vende), es la cantidad producida en la economía. A la cantidad de transacciones, le llamó T (de Transactions, -¿Un café, Lic. en Economía?-). En algunos libros, la T es reemplazada por Y, que representa el ingreso nacional, pero es una redundancia, recuerde que si todo lo que se produce se vende, entonces esto se convierte en el ingreso de aquellos que vendieron (en otras palabras, es lo mismo).
Señoras, señores, público presente, con ustedes… la ecuación de Fisher:
M * V = P * T
¿Ya se siente un/a matemático/a? Yo también, pero con lo que sigue se recibe de físico cuántico. Imaginemos que la ecuación presentada arriba es una foto, es decir, es la representación de un momento del tiempo (reemplazando las letras por los numeritos que correspondan a ese momento particular). Y ahora, dejamos rodar la película, imaginemos, un año, hasta que sacamos otra foto más nueva. La idea es comparar la foto nueva contra la vieja.
¿Recuerda que Fisher decía que en el corto/mediano plazo V era constante (no es variable, no cambia)? Entonces, si queremos ver solamente aquello que cambió de una foto a otra, V desaparece (su variación, ∆V, es igual a 0%). Observe que curiosa queda la ecuación:
Y he aquí el corolario, el tan ansiado final, la conclusión del origen de la inflación para los economistas clásicos seguidores de la Teoría Cuantitativa del Dinero: el nivel de precios está determinado por la oferta monetaria (M). Si aumenta la emisión de dinero sin que haya aumentado la producción de bienes y servicios, suben los precios. Si se restringe la cantidad de dinero que circula, los precios, por lo menos, no deberían subir. No sé usted, yo, no tengo duda alguna.
“Hijo, su amor es un truco, no es real” [… hecha la trampa]
Como ya a esta altura somos todos fervientes cuantitativistas (costó escribirlo), partiremos de esta base. Solo hace falta determinar una sola cosa: ¿cómo sabemos cuánto dinero hay en la economía? Es decir, ¿cómo sabemos el valor de M si es el Estado el que lo emite? ¿No será mi gobierno capaz de ocultarlo, verdad? Jamás. Porque para ello, los economistas -inteligentes nosotros- definimos con precisión lo que se dio a llamar “Agregados Monetarios”. Agregados es sinónimo de sumatoria, de “conjunto de cosas”. Y como la imaginación en economía es infinita, al estar midiendo la variable M, esta se dividió en M0 (Base Monetaria o Dinero de Alta Potencia), M1, M2, M3 & M4. En términos generales, la clasificación es sencilla: M0 es muy liquido (es dinero o se transforma en dinero muy rápidamente); M4 es muy poco líquido (no es tan sencillo que se transforme en dinero, no al menos en el corto plazo). En el medio, la vida.
Tecnicosos, tranquilos: M0 es el dinero físico y los depósitos de los bancos en el Banco Central; M1 es M0 + cuentas corrientes; M2 es M1 + instrumentos de ahorro como plazos fijos de bajo monto y corto plazo; en Argentina, la distinción entre M3 & M4 es difusa (el BCRA no contempla M4 y oculta M3), pero es básicamente M2 + otros instrumentos financieros poco líquidos (incluyendo moneda extranjera y activos en dicha denominación).
Listo el pollo, basta de teorías, definiciones y palabrerío. ¿Cómo estamos? El Banco Central de la República Argentina comunicó oficialmente su plan de política monetaria desde la asunción del gobierno actual (ver acá y acá). En resumen, declara una política monetaria restrictiva, es decir, que busca desacelerar el ritmo periódico de emisión de dinero (¿se acuerda de los agregados monetarios? No se olvide, vamos a charlar de ellos) e incluso llevarlo a un crecimiento mensual de 0%. ¿Por qué? Usted, que ya es economista y seguidor/a de Irving Fisher, ya conoce la respuesta: porque la oferta monetaria determina el nivel de precios, entonces, si no emitimos más, no hay más inflación.
Todo perfecto, ¿y cómo estamos? Si vemos los informes mensuales de política monetaria del Banco Central (puede acceder acá o analizar el resumen de la tabla debajo) verá que, siempre y cuando hablemos de M0 y M1, hay que tatuarse un león ya. Cuando uno empieza a cruzar la frontera más allá de M1, empieza a averiguar precio para la cirugía láser reconstructiva. Y ahí lo que se dice comienza a tomar la forma de lo que se hace.
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