Argentina parece haber dado comienzo a una nueva relación comercial, en este caso, con Angola, un país del sur de África. Una comitiva argentina de funcionarios y comerciantes de distintos rubros (en su mayoría PyMES), viajó a Angola con la supuesta intención de crear una unión comercial entre distintos sectores de ambas economías. La versión oficialista sostiene que Argentina ve en Angola un nuevo e incipiente socio comercial con el cual se puede entablar una relación beneficiosa para ambos países, basada en el intercambio de bienes diversos. Parece que Argentina ha embarcado toneladas y toneladas de productos para exhibirlos en una feria comercial que se llevará a cabo en Luanda, la capital angoleña.
La versión opositora refiere que Guillermo Moreno, el Secretario de Comercio argentino, pretende llevar una comitiva de amigos suyos, "empresarios busca-renta", para aprovecharse de la suba del consumo angoleño, consecuente del crecimiento que el país ha sostenido en la última década en base a la producción y post-exportación de petróleo, su recurso principal. A su vez, sostienen los opositores, que Moreno va en busca de precios más bajos de petróleo para que el saldo comercial no se le pase de rojo a bordó, debido a las progresivas y obligadas importaciones energéticas argentinas por la falta de una política sectorial concreta, responsable y sustentable.
A partir de la repatriación de YPF, se puede pensar que el gobierno ha puesto su atención en el futuro de la producción de hidrocarburos. Sin embargo, hasta que la inversión se materialice y se transforme en exploración, producción y refinación de hidrocarburos, nuestro país se ve obligado a seguir importando energía, básicamente gas y petróleo. Se denota entonces una doble dimensión en la naciente relación comercial entre Argentina y Angola: en una primera instancia, es bastante claro que el gobierno no va a buscar amigos nuevos en Luanda, sino que su objetivo principal es conseguir petróleo a mejores precios que en el mercado internacional. ¿Está mal? No, nunca está mal abaratar los costos nacionales. Para que la relación bilateral no se ahogue en el mar que separa los continentes, Argentina ofrece algunos productos de origen nacional para conquistar mercados angoleños y compensar un saldo que probablemente, ni así se compense. ¿Está mal? Nunca está mal apoyar a nuestras PyMES y empresarios para que exporten y ganen mercados.
¿Está todo bien entonces? Bueno, depende. Comprar petróleo en Angola para abastecer un profundo proceso de industrialización, tendría justificación de sobra; más aún si esas importaciones se compensan bilateralmente vendiendo los productos de esa industria en formación. No obstante, parece que en el corto plazo, Argentina no puede profundizar dicho proceso y la importación no atiende a una sobre-demanda resultado de un crecimiento de producción, sino que apunta más bien a abastecer la base del mercado interno para que pueda seguir funcionando en condiciones normales.
Para Angola, esta relación es lo mismo de siempre: vende su recurso más preciado aprovechando los altos precios, concentrando las ganancias en unas pocas manos que, hasta ahora, en todo el período de crecimiento, no han sabido incentivar el crecimiento de otros sectores de la economía (principalmente el industrial), ni han derramado renta hacía la mayoría de la población mejorando su calidad de vida (a pesar de una década de crecimiento angoleño, el 70% de la población es pobre y el 65% está desempleada -datos del FMI en 2011-).
Con éste panorama, la realidad de estos países parece acercarse más a pobres que se estancan que a pobres que crecen. Ojalá nos equivoquemos...
"Brillan los fantasmas
Y en la sombra quedo yo..."
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