La polémica de la semana es sobre si la economía brasileña crece de forma cierta o si medios opositores tergiversan la verdad por mera puja política.
Si hay algo que no se puede refutar a los seguidores del kirchnerismo es que, efectivamente, gran parte de los medios de comunicación de nuestro país suelen hablar maravillas de la política económica brasileña. Cuando uno lee los titulares de algunos diarios, hasta pareciese que Brasil vive los años dorados del capitalismo en el Siglo XXI. Pero... ¿es así? O en todo caso, ¿es tan así?
En principio, todo depende de lo que se considere cuando se habla de "crecimiento económico" como concepto. Es decir, sin qué parámetros uno tiene en cuenta dentro de categoría analítica estilizada, es difícil alcanzar conclusiones fidedignas.
No podemos, por ser un artículo corto, realizar aquí un debate analítico acerca de la ponderación de algunos parámetros sobre otros, pero sí podemos realizar una escueta comparación de las variables macroecónomicas principales de Brasil y Argentina, a la vez que tratemos de entender la inserción comercial de cada país en el mundo, a fecha de hoy. Las siguientes fueron las variables elegidas, datos extraídos del Centro de Economía Internacional, basado en reportes del BCRA:
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La macro |
Vayamos ahora al tipo de inserción que cada país tiene en el sistema económico-comercial internacional. Como dice el economista Walter Bitar (profesor de Mercado de Capitales en la Facultad de Cs. Económicas de la UBA -entre otras-): "En el sistema capitalista, el mundo hace las veces de shopping. Los países tienen como menester poner cada uno su stand en ese shopping. Las rentas a obtener son variables, pues dependen de la cantidad y calidad de lo que cada uno ofrezca en su stand. Ahora sí, hay algo claro: el que no tiene un stand, está afuera del mercado, ergo, no vende, no tiene renta". Veamos la diversificación de la canasta exportadora de ambos, por sectores:
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El comercio internacional |
Analizando las variables expuestas en ambas tablas es, antes que nada, interesante ver el crecimiento de ambos países respecto a otros períodos históricos de fuerte decaimiento económico. Sin embargo, no parece ser exagerada la descripción de notorio crecimiento que algunos medios de comunicación le otorgan a Brasil, de hecho -a excepción del crecimiento del PBI real y los niveles de inversión interna-, el país vecino nos aventaja en todos los demás índices.
Cabe destacar que la construcción de la variable PBI real se calcula deflactando el PBI nominal por el nivel de precios o inflación (medida en Argentina según INDEC, que podría ser en verdad bastante mayor según otras mediciones privados). Si el PBI nominal argentino se deflactase por un nivel de precio más alto, esto situaría a ambos países prácticamente en el mismo nivel de crecimiento (o incluso a Brasil por delante de Argentina).
En relación con el nivel de inversión, pareciese que nuestro país ha invertido más, cuestión que tanto se le critica por su aparente deficiencia, sin embargo, hacia dónde va esa inversión, es un tema que merece una nota aparte.
Lo cierto es que, intentando ver a ambos países en una dimensión inter-temporal, y particularmente al analizar su inserción al mercado internacional, la diferencia entre Argentina y Brasil es significativa. En primera instancia, porque Brasil supera nuestra capacidad de exportación en todo los rubros -salvo uno-, y principalmente en el más dinámico del mundo económico contemporáneo: manufacturas de origen industrial, puesto que este sector es el que implica un mayor nivel de valor agregado. Hemos tenido en cuenta para analizar ambas canastas exportadoras solo un año, pero revisando el decenio entero aquí presentado, la variación de la diferencia no es relevante, sino más bien escueta.
A grandes rasgos, es fácil identificar que ambos países utilizan de forma eficiente sus ventajas comparativas como productores de materias primas, aprovechando los altos precios vigentes del mercado internacional. No obstante, es evidente que Brasil ha sabido invertir más estratégica e inteligentemente en su sector industrial, no solo por lo que estos números reflejan, sino también aquellos que lo sitúan como la actual 5° economía del mundo. Es importante nombrar aquí la creación del BNDES, un banco para el desarrollo industrial que otorga crédito a tasas muy bajas para fomentar la competitividad-no precio, ya que la competitividad-precio se ve afectada por el constante ingreso de capitales.
Sin insertar otra tabla de datos económicos, es indudable también el déficit de cuenta comercial neto que tiene Argentina, el cual no se refleja en los números por la restricción de importaciones, pero que no solo es amplio y se centra en el sector energético, sino que es el principal responsable del actual cepo cambiario implementado por el gobierno.
Es indefectible admitir que, mientras gran parte de la producción argentina sigue dependiendo del dinamismo del sector agropecuario y sus derivados, Brasil se propone hace tiempo el desempeñar otro rol en el mercado mundial, por ejemplo, como uno de los únicos países exportadores de aviones (EMBRAER) y como un país con grandes crecimientos en sus niveles de exportación de software (ley de protección intelectual de 1998). Esto toma total sentido cuando se observa el gran flujo de capitales hacia Brasil, inversiones extranjeras que ven en el país grandes oportunidades para hacer negocios, al mismo tiempo que aprecian la moneda brasileña y le generan desafíos como el déficit de cuenta corriente.
En síntesis, la diferencia entre la economía argentina y la brasileña no es fundamentalmente nominal entre índices económicos, sino estructural: entre constantes proyectos de corto plazo y uno de largo, sostenido, y mucho menos dependiente de los precios internacionales respecto a productos primarios.
"A ver si entendés, aunque te lo creas...
No somos nadie, ¿y qué le vamos a hacer?"
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