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¿Qué es un tipo de cambio atrasado?

   La prensa y la actualidad económica del país forman econopinólogos en cada rincón pero, a veces, es bueno volver a las bases.



   Ser un argentino informado y no hablar del dólar, es como ser un católico ferviente y no hablar de Francisco, o ser un holandés que no opina sobre Máxima.

   Entre las distintas versiones por las que uno puede optar para explicarse el fenómeno "dólar paralelo" en Argentina, muchas de ellas tienen una variable económico-tecnicista en común que puede escapar a la comprensión del lector poco ávido en aquella jerga vende-humística inventado para los economistas. Y es que cada disciplina se dota de un marco conceptual propio, un encuadre lingüístico particular por dos razones: para utilizar palabras del lenguaje común de forma más específica y precisa, con contenidos conceptuales ajenos al significado nominal de la palabra, y para crear un círculo cerrado de pseudo-eruditos que simulan entender a ese fenómeno que es la economía sin derramar sus verdades a la sociedad (el verdadero objetivo de una ciencia social).

   Hoy buscamos explicar de forma simple y breve qué es eso de "tipo de cambio atrasado", la expresión que todos tienen en cuenta para explicar la suba en el mercado del dólar paralelo y la insistencia del gobierno por no devaluar de forma oficial.

   Para empezar, recordemos que el tipo de cambio, es la relación entre la moneda local y una extranjera, que puede ser cualquiera o la de referencia a nivel mundial, en lo contemporáneo... el dólar. Es decir, el tipo de cambio conocido como "nominal", refiere a cuántos pesos usted precisa para obtener un dólar, y viceversa. El tipo de cambio "real" es un concepto algo más complejo: se refiere a la relación entre dos monedas en función de su poder adquisitivo o de compra. Es decir, compete, por ejemplo, a la relación entre el valor de los bienes locales expresados en moneda extranjera. Esto tiene que ver con el poder de compra y, entre otras variables, con la inflación de un país. Imagine que con dos pesos compra un dólar; con ese mismo dólar compra el chocolate que le gusta y con dos pesos, no puede, porque es más caro. Es más caro porque dentro del país, existen factores que no permiten una mera conversión de los precios según el tipo de cambio nominal. Así, con un dólar fuera del país, compra más que con dos pesos dentro.

   Cuando hablamos de un "tipo de cambio atrasado", introducimos una variable más a la discusión: la competitividad. Esta variable se refiere a la capacidad que tiene un sector de la economía o toda ella, en hacer frente a sus competidores internacionales en términos de costos/beneficios. Si los exportadores de un sector X deben afrontar gastos en pesos (sueldos, insumos, impuestos) y obtienen ganancias en dólares, se beneficiarán con un tipo de cambio alto, en el que se precisen varios pesos para comprar un dólar. O sea, se volverán más competitivos porque podrán, en un marco de alta rentabilidad, disminuir el valor del producto final exportable. Sin embargo, la sociedad se volverá en general más pobre, puesto que Argentina es un país que importa una buena parte de los bienes que en su economía circulan.

    ¿Por qué, hoy en día, algunos siguen creyendo que comprar un dólar a $10 ARS o más, cuando el valor oficial ronda la mitad, es rentable? Lo creen, porque el tipo de cambio oficial está atrasado, es decir, no representa verdaderamente la relación entre el valor de los bienes locales con el de la moneda extranjera, probablemente por el alto nivel de inflación que afronta nuestro país en donde los precios suben de forma progresiva y constante, alterando la relación entre precios nacionales y precios en el extranjero (de un mismo bien). En éste caso, el atraso refiere a la necesidad de devaluar el peso, porque los dólares están teniendo más valor real del que el tipo de cambio nominal está representando.

   Analice lo hasta aquí explicado con un ejemplo cualquiera: si analizamos en el mediano/largo plazo un sector exportador de la economía argentina, nos daremos cuenta que la inflación ha aumentado los costos en pesos, pero como eso no necesariamente se vio traducido en el tipo de cambio nominal (que se vuelve más alto pero muy lentamente), las ganancias de ese sector se están achicando y por ende, las del Estado que le retiene impuestos a la exportación, también. El país se vuelve menos competitivo porque al subir los costos internos, estos se trasladan al producto que se exporta haciéndolo más caro y por eso, menos competitivo.

   La devaluación es una herramienta monetaria muy útil, pero también muy peligrosa. Lo es porque deteriora en el corto plazo el poder adquisitivo de la población en general y de los sectores más humildes en particular. Sin embargo, en el contexto económico actual argentino, una inflación que se acerca a las tres decenas, también está carcomiendo el poder adquisitivo de la sociedad, y la moneda local pierde valor de forma constante y progresiva. En contrapartida, la divisa extranjera, libre o no, cobra valor y se aprecia frente al peso, porque se vuelve más confiable en términos reales. En resumen, la devaluación favorece a la competitividad de ciertos sectores ligados a la exportación, sincera la política monetaria y por ende, baja el nivel de demanda en el mercado del dólar paralelo. No obstante, también deteriora el poder de compra de la sociedad en general, de forma igual o más abrupta que la inflación. 


"Siento al tiempo como aquel deudor que,

Pase lo que pase, siempre prefiere deberme..."

Rogelio Santos

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