Aumenta la tensión bilateral entre España y Gran Bretaña por Gibraltar. El gobernador del peñón comparó las actitudes de Rajoy con las de Galtieri en el ’82 con Malvinas.
El peñón de Gibraltar tiene su historia. Pasó de ser visitada por griegos y romanos hasta terminar siendo parte del Imperio Británico. En el medio, el territorio fue conquistado por pueblos fuera de la esfera romana y luego, parte de la invasión musulmana a España. Pero luego de la reconquista española del territorio, volvió a formar parte de España hasta que la Guerra de Secesión terminó por declararlo parte del dominio británico.
Desde aquel entonces (1713), Gibraltar es una piedra en el zapato del orgullo español. En la actualidad, las fricciones comenzaron desde que los británicos construyeron un arrecife artificial, el cual -según autoridades españolas- restringe la capacidad de pesca que tiene el país al sur de sus costas.
Por otra parte, como Gibraltar no es un territorio parte de la Unión Europea, España tiene la posibilidad legal de no permitir la libre circulación de personas desde su territorio hacia el peñón, puesto que para ingresar por tierra a Gibraltar, es ineludible hacerlo por España. Así, el gobierno de Rajoy aumentó los controles en las fronteras entre el continente y el peñón, aludiendo que las políticas de defensa sólo tienen por objetivo combatir el contrabando y el terrorismo.
Por supuesto que los británicos no acallaron ante las restricciones españolas y el Primer Ministro Cameron declaró que “estudiará las cuestiones legales que pueda usar en contra de las políticas españolas”, a la vez que el gobernador comparó las actitudes de Rajoy con las de Galtieri en la guerra de Malvinas de 1982.
Sin dudas que, como en la mayoría de las veces, Gran Bretaña se encuentra mejor posicionada que España ante un eventual conflicto diplomático con alcance internacional, puesto que todo aquello que pueda reclamarle España a Gran Bretaña, no es sino más de lo mismo que la madre patria realizó o realiza para con otros Estados.
No hay que olvidar la expansión del Imperio español por América en los albores del siglo XV o la conquista de territorios africanos en el Siglo XIX. Sin ir más lejos, actualmente España tiene control jurídico sobre las Islas Canarias, paraíso terrenal que si fuese por límites territoriales, correspondería a Sahara Occidental, territorio africano que también está a manos de España en lo que compete a su carácter legal, pero ocupado de hecho por Marruecos.
Parece que España no tiene muchas razones ni históricas ni territoriales como para exigirle a Gran Bretaña una posible devolución del peñón de Gibraltar y sólo puede continuar el hostigamiento diario aumentando sus controles fronterizos, utilizando una clara política exterior de “aumentar los costos de ocupación”, aquellos que Argentina no hace con Malvinas.
Como dijo alguna vez el Inca Yupanqui: “Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre” y es una frase que resuena en el centro del orgullo español, un país con derecho a reclamar lo que es suyo pero ante un adversario político histórico que, esta vez –y sólo esta vez—tiene 100 años de perdón.
"Porque jugando al olvido, no me quedan inventos
Yo sé que me llevé mucho, pero quiero volver por el resto."
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