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El capital siempre gana

Mientras España va por un lustro en recesión, las carteras de las empresas constructoras españolas llega a records inéditos, ¿Cómo puede ser?



    Preguntarse en el mundo de hoy, por qué empresas de un país que está en la ruina pueden enriquecerse aún con la crisis, roza la inocencia. Y es que la movilidad del capital se encuentra en su punto culmine de ebullición. Las empresas ensayan cursos acelerados de internacionalización del capital y sacan diez en el examen final. No es una excepción el caso español.

    España fue fuertemente golpeada por la crisis hipotecaria estadounidense de 2007 vía congelamiento de crédito. Sucede que el país había sido buen alumno del mercado financiero viciado de Estados Unidos e hizo lo propio respecto a la venta y reventa de hipotecas basura, es decir, hipotecas otorgadas a personas que no podrían pagarlas. La crisis hipotecaria en España estalló cuando la rueda financiera se cortó por el congelamiento crediticio internacional.

    En éste contexto, las empresas constructoras españolas dejaron de ver al país como un escenario rentable, acentuando aún más -con su salida-, los niveles de desempleo dentro del país. Actualmente, el 84% del capital invertido por las empresas constructoras españolas más importantes, se encuentra fronteras afuera de la madre patria, dejando entrever que España es una parte residual del negocio.

    Pero no sólo es curioso el fenómeno de internacionalización de emergencia que han llevado a cabo las constructoras españolas, sino que también es interesante analizar los destinos del capital, es decir, hacia dónde se dirige la ingeniería. Curiosamente o no, la mayoría de los destinos son países catalogados como “emergentes” por no pertenecer a los países industrializados (o desarrollados), pero contar con un crecimiento económico sostenido en los últimos años. Así encontramos países de destino como Panamá, Mozambique, India y Arabia Saudita, entre otros.

    Es parte del debate acerca de las teorías del comercio internacional, si es o no beneficioso para un país como Panamá, adquirir un servicio como el que brindan las constructoras españolas, para así acrecentar su infraestructura como país. Los economistas clásicos probablemente dirían que las ventajas comparativas de la especialización, provocan que Panamá importe éste tipo de servicios mientras exporta un bien del cual cuenta con una ventaja relativa para su producción. Por eso es saludable que este tipo de países se especialicen en ese producto y con la renta obtenida, importe servicios como los que ofrecen las constructoras españolas.

    Sin embargo, otras visiones económicas podrían cuestionar este fenómeno aduciendo que, si países como Panamá, que tienen ventajas comparativas respecto a la producción de bienes primarios que -circunstancialmente- están gozando de rentabilidad debido a los altos precios que rigen en el mercado internacional, pretenden importar continuamente este tipo de bienes y servicios sin dinamizar estos mismos sectores hacia dentro de su país bajo proyectos de mediano y largo plazo, lo único que está haciendo es contribuir a reproducir in eternum su rol de país periférico productor de materias primas, mientras que acentúa el rol de país desarrollado a aquellos que poseen empresas de tipo industrial.

    Lo cierto es que bajo este fenómeno hay dos actores que, por lo menos en el corto plazo, son los ganadores de la transnacionalización del capital. Unos son los usuarios de la nueva infraestructura que se construya en los países emergentes. Y otros, por supuesto, los capitalistas de turno que eluden las fronteras nacionales con tal de encontrar rentabilidad a como dé lugar.


"El negocio fue creciendo para todos,

Para todos, menos para los que esperan".

Rogelio Santos


 

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